martes, 8 de diciembre de 2015

Quédate Conmigo (Adaptada)



Capítulo 17

— ¡Joanne!

Ésta despertó de su ensimismamiento al oír la voz de Elsie.


—Hola —la saludó Joanne.
¿Qué tal? —Elzie se giró e hizo una seña a Jordi, quien se acercó a ambas acto seguido—. ¿Te importa si los acompañamos?
—Me encantaría —aceptó Joanne, deseosa de distraerse con alguien que la hiciera olvidar a Álvaro.
Hola, preciosa —Jordi le dio un beso en la mejilla—. Había visto la camioneta de Álvaro, pero no podía creerme que existiera la mujer capaz de llevarlo de picnic. Ese chico ha tirado toda su reputación por la borda.No le hagas caso, Joanne —intervino Elsie, mientras tomaba asiento en la silla que Jordi le ofrecía—. Jordi está celoso porque su fama de chico malo se arruinó al casarse conmigo, y no soporta que Álvaro y Alejandro sigan libres como un pájaro.No es verdad, mi vida —dijo Jordi, al tiempo que acariciaba el estómago embarazado de su esposa—. Yo estoy encantado de que estemos casados.
—¿Por qué no te vas a jugar con Álvaro? —le propuso Elsie con voz amorosa—. ¡Hombres!, ¡no se puede vivir con ellos, pero tampoco sin ellos! —añadió después de que Jordi se hubiera unido a Álvaro y a Tyler.
—Gracias por invitarme a tu fiesta de anoche — Álvaro y tú se marcharon temprano. Parecía que tenían un poco de prisa...

¿Lo sabía?, ¿acaso era tan obvio que se habían acostado juntos?

—Yo, bueno... nosotros...
—No te preocupes, Joanne —dijo Elsie entre risas—. Tu secreto está a salvo conmigo; aunque no tiene mucho de secreto. No hubo una sola persona en la fiesta que no se diera cuenta de cómo te estaba mirando Álvaro.
¿Me estaba mirando?No seas modesta. Parecía que te quería comer de arriba abajo. Como si no hubiera otra mujer en todo el mundo —respondió Elsie—. Está enamorado de ti —sentenció.

Joanne se quedó atónita. ¿Enamorado? Eso era ridículo. Sólo estaba interesado en ella físicamente. Por mucho que le hubiera dicho que ella le importaba, hablar de amor era absurdo.

—Álvaro y yo somos... amigos —objetó Joanne.
—De acuerdo, Joanne —concedió Elsie, sonriente—. No estoy intentando fisgar. Pero si alguna vez necesitas hablar con alguien, llámame. Las cosas también fueron difíciles entre Jordi y yo al principio.

Luego miraron un segundo a sus hombres, los cuales estaban jugando alrededor de una pelota. Tyler acababa de robársela a Álvaro y se disponía a regatearlo.
Jordi y tú hacéis una pareja ideal —comentó Joanne entonces, sonriente—. Me cuesta creer que nada fuera difícil entre vosotros.
—Difícil es poco —Elsie dio un sorbo de limonada y rió—. ¿Quieres saber cómo me pidió que me casara con él? Me chantajeó.
—¿Qué?
El pensaba que me estaba obligando a ser su esposa y yo le dejé creerlo. La verdad era que estaba enamorada de él desde los catorce años; pero ésa es otra historia. Aquí vienen los chicos...

Estupefacta por la confesión de Elsie, Joanne no tuvo tiempo de responder antes de que Tyler, su amigo Joshua y los dos hombretones las rodearan.
Tenemos hambre —anunció Tyler—. La mamá de Joshua dice que puede comer con nosotros si a ti no te importa.

Se volcaron con la comida con el mismo entusiasmo que habían mostrado para jugar al fútbol.

Joanne no recordaba una tarde más estupenda. Y también Tyler parecía emocionado. Luego, después de dar cuenta de la última pasta de chocolate, corrió a jugar con los tanques de juguete de Joshua.

Mientras, Álvaro y Jordi, como guerreros saciados tras un banquete, estiraron las piernas y reposaron las cabezas sobre las manos, con los ojos cerrados.
Bueno, Joanne —arrancó Elsie, al tiempo que se sacudía unas migas de pan de sándwich—, cuéntame lo de Roger.
—¿Roger? —preguntó Joanne, mirando a Álvaro, el cual había abierto un ojo.
—Ya sabes, lo de anoche —insistió Elsie—. Roger y tú. En el dormitorio.

Joanne notó que se había ruborizado.

Álvaro ya había abierto los dos ojos y tenía el ceño fruncido. Hasta Jordi parecía estar prestando atención con sumo interés.

—No hay mucho que contar...
Pues a mí no me dio esa impresión —Elsie dio un sorbo de limonada—. Lo estampaste contra el suelo sin que se diera cuenta de por dónde le venía el golpe.
—¿De qué demonios está hablando? —le preguntó Álvaro a Joanne.
—¿Es que no se lo has dicho? —intervino Elsie, haciéndose la inocente.
—Decirme qué.
En realidad no es nada —comenzó Joanne—. Yo sólo...
—Le hizo una llave —se adelantó Elsie—. Lo levantó y lo tiró de espaldas contra el suelo. Hemos fundado un Club de Fans de Joanne Smith y yo soy la presidente. Espero que en nuestra primera reunión nos relates ese momento tan glorioso con todo tipo de detalles.
—¿Tú lo sabías? —le preguntó Álvaro a Jordi, al oírlo reír.
—Roger seguiría tirado en el dormitorio de invitados si no lo hubiera ayudado a levantarse —respondió Jordi—. Parece que la pequeña Joanne es de armas tomar.

Álvaro la miró y apretó los dientes. Todavía recordaba con desagrado la imagen de Roger sujetando a Joanne de un brazo para impedirle salir del mirador. Había tenido que realizar un gran esfuerzo para contenerse y no meterle un puñetazo en condiciones...

Y ahora resultaba que Roger había vuelto a molestarla y ella se las había arreglado por sí sola. Sabía que no tenía sentido, pero no pudo evitar sentirse furioso.

—Me voy a ver cómo andan los chicos—anunció tras ponerse de pie, visiblemente enojado.


Cuando llegó a la altura de éstos, ya se había calmado un poco. Tyler y Joshua estaban jugando con unos soldaditos de plástico, bajo la atenta mirada de los padres de éste, que saludaron a Álvaro con una amplia sonrisa.

—Adam Wheeler —se presentó el padre.
—Álvaro Herreros.

Después de darse la mano, Adam le presentó a su mujer, Susan, una guapa morena de suaves ojos azules.

—Gracias por dejar que Joshua juegue con tu hijo —dijo ella—. Somos nuevos en Bradford y Josh no conoce a muchos niños todavía. Nos gustaría que tu esposa y tú dejarais que Tyler venga a jugar a nuestra casa algún día.

Pensaban que Tyler era su hijo. Y Joanne, su mujer. Álvaro sonrió y decidió no sacarlos de su error. Por raro que fuese, de alguna manera, la idea le gustaba.

—Tendré que preguntarle a Joanne —repuso.
—Es increíble lo mucho que os parecéis Tyler y tú —prosiguió Susan.

Álvaro la miró a los ojos y pestañeó. ¿Qué había dicho?, ¿que Tyler se parecía a él? Contuvo las ganas de echarse a reír. Aunque, por otra parte, era cierto que los dos eran rubios y tenían los ojos azules. Y había cierto parecido en la forma de sus mentones; luego no era tan extraño que la gente supusiera que Tyler era hijo suyo, ¿no?



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